EDUCACIÓN
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Este curso ha arrancado con una energía especial en los colegios Arenales. Los pasillos se han llenado de color, las voces se han mezclado en cánticos y los alumnos han estrenado una ilusión común: las Houses ya están en marcha.
Detrás de cada bandera y de cada grito de ánimo hay mucho más que entusiasmo. Hay una forma de entender la educación: educar en comunidad, en la cooperación y en el respeto a la diferencia.
Autoría: Arenales Red Educativa
14 de Octubre del 2025
3 min de lectura

El sistema de Houses —inspirado en una larga tradición educativa anglosajona y adaptado a la realidad de cada centro— busca reforzar el sentido de pertenencia y el trabajo en equipo. Cada alumno forma parte de una House que reúne a estudiantes de distintas edades y etapas, creando pequeños “hogares” dentro del colegio, donde los mayores acompañan a los pequeños y todos aprenden a cuidarse mutuamente.
Así se vive, por ejemplo, en el Colegio Santa Mónica: cuando los alumnos más veteranos dan la bienvenida a los de Infantil y Primaria, no están participando en una ceremonia más; están aprendiendo a mirar al otro con responsabilidad, con respeto y con cariño. En ese gesto sencillo —agacharse para colocarle la insignia al más pequeño— se resume gran parte de lo que queremos enseñar: que la verdadera grandeza está en servir.
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En cada colegio, las Houses tienen nombres, colores y valores propios, pero todas comparten una misma raíz: celebrar la diversidad y ponerla al servicio del bien común.
En el Colegio Alborada, el patio se llenó de camisetas de distintos colores: rojo, verde, azul, amarillo… Y sin embargo, lo que se respiraba era unidad.
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Cada color representaba una fortaleza —la constancia, la empatía, la creatividad, la prudencia— y cada alumno aprendía, sin discursos, que el colegio funciona mejor cuando todos los talentos se suman.
Ser parte de una House no significa destacar sobre los demás, sino poner lo que uno es al servicio del grupo. El alumno que es más extrovertido anima al que duda; el que destaca en deporte enseña a cooperar; el que es tranquilo o reflexivo aporta equilibrio.
Así, el respeto a la diversidad deja de ser un lema abstracto y se convierte en una experiencia cotidiana, concreta, vivida.
La estructura de Houses también introduce un elemento de sana competencia: actividades, retos y proyectos donde cada casa puede ganar puntos. Pero el verdadero objetivo no es la victoria, sino el crecimiento personal y grupal.
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En el Colegio Santo Ángel, los alumnos desfilaron con orgullo bajo los estandartes de sus Houses. Al escucharlos corear sus lemas, uno entiende que la competición puede ser un medio para aprender a superarse sin pisar al otro, para descubrir que el esfuerzo y la alegría de compartir importan más que el resultado final.
Esa es la clave educativa de este proyecto: enseñar a los alumnos a vivir la excelencia como servicio, y no como privilegio.
En todos los colegios, el lanzamiento de las Houses ha sido una fiesta. En el Colegio Reinado o en el Colegio Cambrils, las canciones, los bailes y las banderas eran solo la parte visible de algo más profundo: la alegría de sentirse parte de una comunidad donde cada persona cuenta.
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Cuando un alumno se pone su pañuelo de House, no está simplemente sumándose a un equipo: está asumiendo un compromiso —el de cuidar, colaborar y dar lo mejor de sí—. Y cuando mira a los de otras Houses, aprende que la diferencia no separa, sino que completa.
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Las Houses son, en definitiva, una forma viva de educar en valores:
El resultado es una comunidad más fuerte, más alegre y más humana.
Porque en Arenales, cada persona tiene un lugar y todos formamos parte de una misma casa.
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